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Pandemia en Mantua Cuba 2Desde el primer instante, los de Mantua, quizás por lejanía, pensaron que nada podría pasarles, que era un asunto de terceros, pero los hechos demostraron que estaban equivocados. Por meses el coronavirus no tuvo vínculos concretos con la geografía y el modo de vivir del territorio al noroccidente de Pinar del Río. La existencia continuó y, sin dejar de tomar las medidas higiénicas esenciales, se descuidaron otras, como la restricción de movilidad.

Abundaron los que eliminaron el aislamiento en casa y partieron al mundo anchuroso, porque nada podría pasarles. Hasta el establecimiento de la cuarentena, las salidas del territorio para asuntos mayoritariamente, no humanitario y si muy comerciales, fueron hechos comunes, montados en las fisuras en lo establecido.

“Los que tienen carros particulares se fueron a la capital y a otros lugares, después regresaban y no cumplían bien la cuarentena. Así ocurrieron casos de Covid 19, porque la enfermedad no se produce aquí, por aquí no se pasa; a este lugar hay que llegar”- opina Ulises, cuentapropista que ha cerrado su establecimiento en medio de la actual cuarentena en el Consejo Popular urbano.

Con el fortalecimiento de las disposiciones tomadas por el Consejo de Defensa, muchos hicieron fuertes críticas a las autoridades cuando los indisciplinados recibieron multas y hubo un mar de desentendidos con la necesidad impostergable de redoblar precauciones, ante el flagelo que se acercaba.

“Claro que a nadie le gusta una multa – opina Luis, trabajador pecuario- pero por lo general no se habla del motivo, o sea, nasobucos en el cuello, violación del horario de movilidad, en fin, que hay muy pocas multas mal puestas”.

 Pandemia en Mantua Cuba 3

Circularon mitos y bromas sobre la supuesta inmunidad de los habitantes de Mantua. Esta idea pseudocientífica prosperó entre algunos pobladores, sin tener en cuenta los factores verdaderos que, hasta entonces, habían evitado la entrada del virus.

Según María Eneida, jubilada residente en el casco urbano, (...) “aquí decían que, había algo en nosotros, por algún alimento, no sé, que no permitía la entrada del virus". Y agrega: "tuvimos muchos sustos, pero pasaban. Algunos ya hablaban de un estudio que iban a hacer en Mantua. Al final resultó un cuento triste: el coronavirus está aquí y no refresca".

En las últimas semanas todo adquirió un tono más dramático: más de 74 personas resultaron positivas a la covid19 entre finales de mayo, junio y principios de julio; y un número mucho mayor espera desde el aislamiento por el resultado de los exámenes.

Derrumbadas las leyendas de la dispensa epidemiológica, la Covid-19 penetró con fuerza, esquivando cientos de horas de sudor y arrojo, y medidas mucho más drásticas que aún no surten todo el efecto deseado. Los centros de aislamiento, concebidos para dos o tres decenas de personas, pronto acogieron a centenas de contactos, y sus capacidades y facilidades se encuentran al máximo permisible.

Hoy se aíslan en casa y otros van a lugares distantes del territorio en condiciones materiales desfavorables y alejados de todo lo que aman. A pesar del escenario, todavía las personas optan por negar que, si el virus sigue presente, si alcanzó a las familias y si arrojó el saldo lamentable de dos fallecidos en esta localidad pinareña, es responsabilidad mayoritaria de la comunidad.

“Se dijo y aún se repite hasta el cansancio, que no hay percepción del riesgo, pero la culpa se adjudica a otras personas, a las autoridades y a quien esté dispuesto a asumir un asunto que concierne a todos, y no puede ser así”. Así piensa Félix Royero, mantuano con claridad de la situación.

Es demostrable durante estos meses, el tumulto y las colas, necesarias, pero mal organizadas; son hechos las fiestas, los cumpleaños y los chicos en las calles. Las actitudes mencionadas, además, han puesto en gran riesgo al sistema de salud local, lo que, es decir, la vida y las fuerzas físicas de nuestros médicos, enfermeras y jóvenes voluntarios en la zona roja. Ellos son nuestra última línea de defensa y el deber supremo es cuidarlos bien. 

Nora es enfermera y abuela de un chico de apenas seis meses de nacido. Ella siente preocupación por las actitudes de quienes, aún, no asimilan la cuota de responsabilidad individual que les corresponde. “Nosotros trabajamos de sol a sol; entramos en la zona roja directamente con los pacientes, hacemos guardias, vacunamos, y no damos la espalda a nadie, pero las personas, con el actuar irresponsable, lejos de ayudarnos, nos ponen en peligro”

Para cambiar el estado de cosas, Mantua, como un todo, ha de reconocer lo que se hizo mal. Porque la conciencia no es un producto de la imposición, sino del razonamiento y de la necesidad de sobrevivir sin magia. Ha de primar la serenidad, la disciplina, el sentido común y la colaboración total para que, aprovechando las prácticas acumuladas, incluidas las negativas, la pandemia sea derrotada.

Desde el primer instante, los de Mantua, quizás por lejanía, pensaron que nada podría pasarles, que era un asunto de terceros, pero los hechos demostraron que estaban equivocados. Por meses el coronavirus no tuvo vínculos concretos con la geografía y el modo de vivir del territorio al noroccidente de Pinar del Río. La existencia continuó y, sin dejar de tomar las medidas higiénicas esenciales, se descuidaron otras, como la restricción de movilidad.

 Pandemia en Mantua Cuba 1

Abundaron los que eliminaron el aislamiento en casa y partieron al mundo anchuroso, porque nada podría pasarles. Hasta el establecimiento de la cuarentena, las salidas del territorio para asuntos mayoritariamente, no humanitario y si muy comerciales, fueron hechos comunes, montados en las fisuras en lo establecido.

“Los que tienen carros particulares se fueron a la capital y a otros lugares, después regresaban y no cumplían bien la cuarentena. Así ocurrieron casos de Covid 19, porque la enfermedad no se produce aquí, por aquí no se pasa; a este lugar hay que llegar”- opina Ulises, cuentapropista que ha cerrado su establecimiento en medio de la actual cuarentena en el Consejo Popular urbano.

Con el fortalecimiento de las disposiciones tomadas por el Consejo de Defensa, muchos hicieron fuertes críticas a las autoridades cuando los indisciplinados recibieron multas y hubo un mar de desentendidos con la necesidad impostergable de redoblar precauciones, ante el flagelo que se acercaba.

“Claro que a nadie le gusta una multa – opina Luis, trabajador pecuario- pero por lo general no se habla del motivo, o sea, nasobucos en el cuello, violación del horario de movilidad, en fin, que hay muy pocas multas mal puestas”.

Circularon mitos y bromas sobre la supuesta inmunidad de los habitantes de Mantua. Esta idea pseudocientífica prosperó entre algunos pobladores, sin tener en cuenta los factores verdaderos que, hasta entonces, habían evitado la entrada del virus.

Según María Eneida, jubilada residente en el casco urbano, (...) “aquí decían que, había algo en nosotros, por algún alimento, no sé, que no permitía la entrada del virus". Y agrega: "tuvimos muchos sustos, pero pasaban. Algunos ya hablaban de un estudio que iban a hacer en Mantua. Al final resultó un cuento triste: el coronavirus está aquí y no refresca".

En las últimas semanas todo adquirió un tono más dramático: más de 74 personas resultaron positivas a la covid19 entre finales de mayo, junio y principios de julio; y un número mucho mayor espera desde el aislamiento por el resultado de los exámenes.

Derrumbadas las leyendas de la dispensa epidemiológica, la Covid-19 penetró con fuerza, esquivando cientos de horas de sudor y arrojo, y medidas mucho más drásticas que aún no surten todo el efecto deseado. Los centros de aislamiento, concebidos para dos o tres decenas de personas, pronto acogieron a centenas de contactos, y sus capacidades y facilidades se encuentran al máximo permisible.

Hoy se aíslan en casa y otros van a lugares distantes del territorio en condiciones materiales desfavorables y alejados de todo lo que aman. A pesar del escenario, todavía las personas optan por negar que, si el virus sigue presente, si alcanzó a las familias y si arrojó el saldo lamentable de dos fallecidos en esta localidad pinareña, es responsabilidad mayoritaria de la comunidad.

“Se dijo y aún se repite hasta el cansancio, que no hay percepción del riesgo, pero la culpa se adjudica a otras personas, a las autoridades y a quien esté dispuesto a asumir un asunto que concierne a todos, y no puede ser así”. Así piensa Félix Royero, mantuano con claridad de la situación.

Es demostrable durante estos meses, el tumulto y las colas, necesarias, pero mal organizadas; son hechos las fiestas, los cumpleaños y los chicos en las calles. Las actitudes mencionadas, además, han puesto en gran riesgo al sistema de salud local, lo que, es decir, la vida y las fuerzas físicas de nuestros médicos, enfermeras y jóvenes voluntarios en la zona roja. Ellos son nuestra última línea de defensa y el deber supremo es cuidarlos bien. 

Nora es enfermera y abuela de un chico de apenas seis meses de nacido. Ella siente preocupación por las actitudes de quienes, aún, no asimilan la cuota de responsabilidad individual que les corresponde. “Nosotros trabajamos de sol a sol; entramos en la zona roja directamente con los pacientes, hacemos guardias, vacunamos, y no damos la espalda a nadie, pero las personas, con el actuar irresponsable, lejos de ayudarnos, nos ponen en peligro”

Para cambiar el estado de cosas, Mantua, como un todo, ha de reconocer lo que se hizo mal. Porque la conciencia no es un producto de la imposición, sino del razonamiento y de la necesidad de sobrevivir sin magia. Ha de primar la serenidad, la disciplina, el sentido común y la colaboración total para que, aprovechando las prácticas acumuladas, incluidas las negativas, la pandemia sea derrotada.

 

 

 

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