Ayer en la tarde, en plena cola para adquirir un equipo electrodoméstico y como consecuencia del calor que tanto molestaba, sentí la necesidad de tomar algo frío que refrescara mi cuerpo, que aminorara la sensación de alta temperatura.
A escasos metros de la tienda encontré un punto de venta de frozen con barquillos, el sabor a chocolate enseguida comenzó a calmar la sed.
También percibí la venta de café, refrescos y panes en otro quiosco, pertenecientes ambos a trabajadores por cuenta propia.
En verdad el altruismo y la perseverancia de estos mineros, ha posibilitado que la población tenga días más llevaderos, en medio de una pandemia que debilita cada vez más el escenario económico a nivel mundial.
La ingeniosidad para crear jugos tradicionales, pastas, mayonesas, elaborar dulces caseros de todo tipo y nunca cerrar sus establecimientos es digno de reconocer en estos meses de COVID-19.
Muchos laboran hasta el mediodía, pues la cantidad de panes que reciben es ínfima en comparación con aquellos tiempos que antecedieron al nuevo coronavirus, pero aun así se les ve con sus batas blancas expendiendo sus propuestas de cada jornada.
También el vendedor de barras de guayaba, ya regresó a las calles, excelente dulce que elabora como nadie, un producto que agradece muchísimo la población. ¡Que bueno volver a escuchar su pregón!
Ahora el transporte público en plena acción nuevamente, ayudará más a los trabajadores por cuenta propia, a desplazarse de un lugar a otro en la búsqueda de insumos que favorezca la actividad que realizan.
Cada nueva fase pos COVID, propicia una mayor movilidad y posibilidad para el cuenta propia que busca todas la alternativas posibles para seguir activo.
En espera de meses más halagüeños, muchos clientes aguardan por el reinicio de espacios gastronómicos pertenecientes a este sector, que ofrecen comidas criollas de alta calidad y todavía permanecen con limitaciones funcionales.
Los mineros agradecen el protagonismo de los trabajadores por cuenta propia, esos amigos emprendedores que siguen acompañándonos por muy feos que parezcan los tiempos.
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