¡Aquí lo que hace falta es un Coloreano!

La cola del pan, me volví y detecté el origen de la frase: un viejecillo  enfurecido se quejaba de los que, irrespetando el turno, compraban  y se iban, sin que avanzara la imprecisa línea de aspirantes al vital  alimento.

¡Se acabó el pan! –anunciaron- ¡Hasta dentro de media hora!

¡Lo dije- volvió el anciano acalorado- hace falta un Coloreano!