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Millo, como simplemente le llaman todos en su natal Minas de Matambre, se desempeñaba hasta hace muy poco como promotor de la casa de cultura Miguelito Cuní de ese territorio, donde figuraba como actor y animador de un popular espacio nocturno.

“Minas era un pueblo que necesitaba un espectáculo para personas mayores de 40 años, entonces se me ocurrió crear un show llamado el Rincón del bolero, que se realiza todos los sábados de 10 de la noche a dos de la mañana, y que el 25 de diciembre cumplirá nueve años”.

Sin embargo, su vida cambió radicalmente hace unos meses cuando, por intermedio del lanzador Yosvani Torres y gracias al concurso lanzado por la periodista pinareña Angélica Arce Montero, se convertiría en el Veguero, mascota oficial del equipo pinareño de béisbol. “Hace poco comencé, pero las impresiones que tengo de este público es que es maravilloso, honesto, reconoce el trabajo que estoy realizando y hasta ahora creo haber cumplido con las expectativas.

“Las personas han aceptado muy bien esta mascota, a este guajiro natural, por eso quiero pedirles que me sigan respetando, que me sigan queriendo, en especial a los niños, que se acerquen a tomarse fotos, yo nunca voy a rechazar a ningún tipo de público”. El Veguero, como muchas iniciativas, tiene también detractores dentro de la afición local, algo que no parece preocupar a Millo.

“Quiero agradecer a Luis Enrique y a su equipo por la creación de la mascota y decirles a las personas que no les gusta, a los que querían un tomeguín, un lobo o un tabaco, que se hizo un concurso y ganó el guajiro, por ello que respeten el trabajo que hacemos para la mayoría. “Hay quien incluso ha dicho, que la mascota llegó para desgracia del equipo, pero esas son cosas que yo las veo hasta simpáticas, mi interés es que Pinar salga adelante. Ellos mismos la pidieron, así que vamos a cuidarla”.

Nada fácil, nos cuenta Jesús Millo Iglesias, resulta permanecer por más de tres horas de juego vistiendo el atuendo de El Veguero, tanto por el calor que su estructura acolchonada provoca, como por el peso del andamiaje. “Aunque no lo crean, este es un trabajo bastante engorroso. En el Juego de las Estrellas donde debuté, recuerdo que me iba de un lado a otro y casi no podía oír lo que me gritaban desde las tribunas. Después de nueve innings el traje pesa una tonelada”, comenta.

Para que su trabajo cale en el corazón de la afición, el oriundo de Minas de Matambre sabe muy bien qué aristas de su personalidad explotar. “Pienso que para llegar a ser una buena mascota hay que poseer un gran carisma, preferentemente saber bailar, improvisar mucho, tener intuición, eso no se puede hacer con un guion.

“Como seres humanos todos tenemos problemas y ahora se evidencia más cuando estamos atravesando por un mal momento, entonces yo debo de hacer un esfuerzo doble o triple, ser una bujía, un motor para impulsar este gran equipo”. La lejanía del hogar y de la familia le aflige, pero en casa cuenta con el aliento necesario para emprender el nuevo rumbo que ha tomado su vida.

“Mi familia es unida, aunque se me hace un poco difícil dejar a dos hermanas que ya sobrepasan la tercera edad; ellas, no obstante, apoyan mi trabajo, saben que estoy haciendo lo que me gusta”. Al preguntarle sobre si cree que sea esta una iniciativa que llegó para quedarse en los corazones de los vueltabajeros, respondió:

“Pienso que sí, que se va a mantener a través de los años, ya yo tengo 57 y siempre que me vuelvan a llamar aquí estaré. Si por cosas de la vida mañana me sustituyen, estaré de acuerdo, porque hay que darle paso a los jóvenes; mientras tanto, Jesús Millo Iglesias, o simplemente Millo, la mascota de Minas, llegó para quedarse”.

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