El tabaco crece pasándole la mano, buen estribillo de una canción que nos recuerda la difícil campaña tabacalera que desarrolla Mantua": Inicio tardío, menos combustibles, deficit de agua en los embalses, frentes fríos muy secos y ;a sequía terrible contribuyen a acortar los números planificados.
Es un hecho envejecido, no serán 1 114 hectáreas de tabaco, sino 914. Una realidad que se vislumbraba desde septiembre, con la riega tardía de semilleros, cuando aún existía expectativa de llegar a las cifras contratadas.
En la actualidad se comprende el peso del atraso y aunque los semilleros fueron suficientes, la carrera contra el tiempo se convirtió en desafío contra el clima.
A pesar del esfuerzo, el 31 de diciembre se había plantado menos del 40%. Y cuando se dio por concluida la fase de siembra, faltaba 200 hectáreas menos, lo que significa la ausencia de casi 150 toneladas que no irán a la industria ni a la exportación.
Sin embargo, un buen número de productores logró regar, incluso de madrugada y eso, junto el esmero por salvar las cosechas, podría tener resultados positivos al momento de hacer las cuentas.
Entre los que lograron hacerlo bien, pese a tantas dificultades, gravita el axioma de la calidad como mejor opción de rescate. En los campos hay sabiduría y también quienes piensan que los números, si bien no se revertirán en su totalidad, al menos podrían propiciar cierto equilibrio, si se tomaran en cuenta, en cada campaña, dos factores primordiales: buenos productores y altos rendimientos.
Según los padres de esta teoría, “no es plantar 100 000 para obtener equis quintales, casi siempre por debajo de 0.79 toneladas por hectárea, sino plantar menos, atenderlo mejor y sacar igual o más de lo que hasta ahora se acostumbra”.
Predecir qué pasara en condiciones tan difíciles, no es un asunto sencillo, primero ha de saberse el resultado del acopio y el beneficio, apostar a los talleres de despalillo y a la venta de tercios… para después sumar y ver qué da.
La Tabacalera local hace los primeros intentos por asumir técnicas de la llamada agricultura de precisión, lo que permitiría ahorrar combustibles, saber dónde sembrar, cuando y qué fertilizantes aplicar en su momento. Sería la forma más aconsejable para un territorio secano, que hasta el presente depende de los elementos naturales para cumplimentar metas productivas.
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