En medio de una campaña tabacalera caracterizada por los escasos recursos y un clima para nada favorable, dos mantuanos poseen el mejor tabaco de los que hoy se cultivan en las vegas y cooperativas en la periferia de la villa.
El jefe es el más joven; le dicen Pedri, como para diferenciarlo del mayor, que es su tío. Ambos son fornidos, medianos y llevan en el cuerpo la sangre del guajiro que ama la tierra y no pierde el tiempo porque para ellos, el trabajo es un asunto muy serio.
“Me levanto a las dos de la madrugada y me voy a regar el tabaco. Cuando los demás van para la vega, yo ya terminé lo mío”.
Su experiencia como tabacalero ha crecido con los años. Todo comenzó el día en el que un amigo de San Luis le debelara secretos primordiales del cultivo.
“Unos años atrás trabajé con ese amigo, ¡Imagínese! de San Luis, tierra de tabacaleros; así comencé y mira cuanto le sé ahora a este cultivo”.
Hoy Pedri tiene una junta de cuchilleros. Son expertos que aprecian el cultivo y tienen conocimientos para no dañar las hojas en el proceso. Pedrín Travieso es uno de los que le acompañan.
“Esto es una junta- dice- como se hacía antes, cuando yo era un muchacho”.
Otro tanto opina Ángel María, experto cuchillero. “
Sixto Otero es un ayudante permanente de los Pedros. Jubilado tras más de 30 años en el surco, no ha perdido la costumbre de amanecer en el rocío de las plantaciones.
A mí me gusta cortar tabaco, y guataquearlo y hacerle todas las atenciones.- dice, y agrega- Cuando yo corto tabaco, me gusta que las mallas me queden parejas y que las hojas no se partan ni se doblen. Cuando uno trabaja bien, los demás quedan complacidos”.
Los dos Pedros reciben los mismos insumos que el resto de los productores. Nada de privilegios, ni “pases de manos”; ellos son como los demás.
“Le echo el abono que me dan- dice Pedri- y también productos biológicos; lo demás son atenciones culturales y mucho coraje”.
Un campeón en el labrantío esta mañana es, Yosbany Esquivel, experto cuchillero y cuatro veces ganador de eventos provinciales. Se me ocurre preguntarle por su habilidad, y él, corto de palabras, me dice: “Esto se aprende pegao a la mata y palante y palante”.
Pedro Julio Soriano es el segundo Pedro. Hombre de pocas palabras, y una lógica paradigmática en estos tiempos, asombra por su poder de síntesis para expresar verdades que todos asumimos.
“Periodista- me dice pleno de convicción- No es sembrar 100 000 posturas y no atenderlas bien, ni regarlas bien, ni abonarlas; es plantar 40 000 y coger más quintales que el de los 100 000 mal atendidas. ¿Me comprende?
“Parece un trabalenguas pero lo comprendo bien”- le digo.
Y él, motivado, agrega- “los recursos hay que ponerlos en las manos de quienes producen, porque en esto nos estamos jugando una parte importante de la economía del país”.
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