Mi amanecer de este lunes es para agradecer. Me levanté recordando los 11 días que durante noviembre de 2020 estuve hospitalizada en sala PM del Hospital León Cuervo Rubio, de Pinar del Rio.
Como paciente pude reflexionar muchísimo, no sólo sobre la enfermedad de la Covid y sus consecuencias, sino más de las bondades de un sistema humanista y sanitario como el nuestro. Conocemos las limitaciones y carencias materiales del país, pero nada se compara con el la espiritualidad del personal de Salud que nos acompañó. Allí recibimos atención gratuita y protocolar médico científico, que fortaleció nuestro sistema para hacerlo más inmune. Las imágenes que veíamos reflejaban cada día los rostros agotados por las intensas jornadas en la zona roja, un área que se comenzó a nombrar como límite máximo entre la vida y la muerte. Las enfermeras, laboratoristas, los de servicio, los médicos y hasta los camilleros se convirtieron en nuestra llegada familia. Pasaron nueve meses y muchos han repetido sus cuarentenas, porque cada vez que penetran en la sala está a riesgo, algunos marcharon a otros sitios, por ejemplo dos de las enfermeras están de misión internacionalista y nosotros, los agradecidos, nos recuperamos al lado de la familia. Ahora espero la dosis de amor con Soberana Plus, me cuido de manera responsable y brindo cada amanecer a mis amigos y familiares, un mensaje educativo para seguir luchando por la vida, por mí y por ti, por todos.
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