Los finales de enero de 2021 ensombrecieron la cotidianidad en los consejos populares La Sabana y Santa Lucía por un incremento de casos positivos a la Covid-19.
El panorama socieconómico de estos enclaves fronterizos al norte de Minas de Matahambre, mostró por estos días una transformación nunca antes vista.
Cientos de familias en aislamiento y con ello barrios en silencio, inestabilidad emocional y calles vacías, casi sobre todo en las tardes.
Febrero inicia con una cuarentena. La sonrisa está ausente en los rostros de muchos, a quienes ahora los marca la preocupación.
El abrazo, el beso a los hijos queda en suspenso cuando se piensa que en él se puede llevar una partícula asesina.
Escuelas y centros laborales cerrados en su mayoría, mientras las capacidades para aislamiento social sufren agotamiento.
El ir y venir del personal de salud pública y las autoridades del territorio anuncian que algo grande pasa, mientras el temor crece.
Sólo que el por qué de esta triste realidad no es un secreto para nadie; la información oportuna de los medios de comunicación no engaña: la Covid-19 tocó a las puertas de estos territorios.
Como lo vimos acontecer durante los meses anteriores en diferentes localidades de la Isla y el mundo, así nos toca ahora.
Aún no lamentamos el fallecimiento de un familiar, un amigo, un vecino, pero si vemos de cerca el dolor de quienes son remitidos o aislados y de aquellos que quedan atrás.
El llamado es a la conciencia, la responsabilidad, a la cordura para que los males no sean mayores.
También la convocatoria es a cortar con prudencia la cadena de contagios y vencer como acostumbra este pueblo para entonces volver a reír y abrazarnos.
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