Aun cuando de pequeña Berta Kiala Maceo anhelaba ser maestra, la vida le deparó otra profesión. Hoy cuenta con más de 40 años en el desempeño como enfermera general, la mayoría de ellos en círculos infantiles de Minas de Matahambre.
«Al ver a mi hermana y mis primas con traje de enfermera me gustó mucho, entonces decidí que sería eso lo que estudiaría.
Después cuando lo ejercí supe que no sólo la bata de enfermera es linda, sino la profesión en sí, te da la oportunidad de ser humana con los que padecen enfermedades.
De la enfermería me gusta todo, cualquier departamento: Cuerpo de guardia, sala, vacunación».
Berta es natural de la antigua provincia de Oriente. Fue en el hospital Guatemala, de esa provincia donde inició su labor.
«Allí hice el servicio social, llegué a ser jefa de sala. Fue gratificante el tiempo que trabajé en aquel lugar.
Quise mucho a unos haitianos que permanecían en el hospital porque no había, en ese entonces, hogar de ancianos.
Recuerdo sobre todo uno que se llamaba Benito Solo, lo bañaba y le daba el almuerzo, después iba a almorzar yo.»
Entonces tuvo la oportunidad de especializarse como neonatóloga y no dudó. Por seis años se desempeñó en esa especialidad en el hospital de Mayarí.
«Allí tuve una experiencia maravillosa; nos nació un niño con 16 onzas de peso; me cabía en la palma de la mano, lo atendimos con mucho esmero.
El niño creció y se puso hermoso. Aquello fue muy lindo, los familiares muy agradecidos porque lo salvamos.»
En 1984 arribó a territorio minero donde se incorporó al entonces policlínico Santa Lucía.
«Tuve que hacer muchas cosas como enfermera, que no hacía en los hospitales grandes donde trabajé antes.
Las actividades principales estaban vinculadas a cuerpo de guardia, además de visitas de terreno y vacunación entre otras.»
Su amor por los niños la llevó en 1988 a cumplir su función como enfermera en el círculo infantil «XX aniversario del Asalto al cuartel
«Moncada» en Santa Lucía
«Me gustan los niños y en el círculo tuve la oportunidad no sólo de atenderlos como enfermera y cuidar de ellos, sino que también me sentí maestra.
Les enseñaba a cantar y a recitar, además les inculcaba valores. Fueron también años muy bonitos de mi carrera que tanto amo.»
Berta ya a arribó a su edad de jubilación sin embargo, a pesar de la situación epidemiológica del país continúa su desempeño hoy como enfermera clasificadora en el policlínico Enrique Camalleri Mena.
Con su actitud ante la envergadura de la profesión y la responsabilidad en el trabajo dignifica la medicina cubana y latinoamericana.
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