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Quien las ve por estos días “engullendo” cosechas enteras en cuestión de pocas horas seguramente pensará que han salido de alguna industria. Sin embargo, no hay nada más lejos de la verdad.
Todas son resultado de la inventiva criolla, que ha sabido dar forma a pedazos de lata y a hierros en desuso, para lograr un parque de equipos que se ha vuelto indispensable en la producción de frijoles de esta provincia.
Marcelo Jorge Valle, por ejemplo, asegura que la suya le tomó dos meses de faena. “Todavía me acuerdo de eso y me duele la cintura”, dice.
“Solamente a la chapa de abajo hubo que abrirle como 6000 huecos, con un taladro rústico, inventado. Tuvimos días de terminar de trabajar a las 12 de la noche”.
Algunos les llaman trompos, aunque en realidad son máquinas trilladoras, sin las cuales aquí habría sido prácticamente imposible el incremento de las plantaciones.
Marcelo recuerda que antes de construir la suya, debía arrancar las matas de frijol, ponerlas al sol varios días sobre una manta, y luego pasarle por arriba con el tractor, para que soltaran los granos.
“Entonces cosechaba 10 o 12 quintales (0,5 toneladas aproximadamente). Si fueran las cantidades de ahora, no podría trillarlos de esa manera”, afirma.
En la campaña 2019, de su finca ubicada dentro del polo productivo Hermanos Barcón, salieron 28,15 toneladas con destino a la empresa de Acopio, casi 10 más que durante el 2018.
Ello lo convierte en uno de los tantos campesinos pinareños que en los últimos años han hecho que la producción del territorio crezca sostenidamente.
Ortelio Rodríguez Perugorría, subdelegado de la Agricultura en Vueltabajo, cuenta que hace apenas un lustro, las entregas al Estado no superaban las 2000 toneladas.
“Casi no se le vendía a Acopio, ni se aportaba al balance nacional”, rememora el funcionario, y advierte que en la actualidad la situación es distinta.
Precios de compra a los productores más atractivos, mejor respaldo de insumos, mayor cantidad de áreas bajo riego y la utilización de semillas de alto potencial, han incidido directamente en que los campesinos de Vueltabajo cubran hoy la demanda de la provincia para la distribución normada, y aporten miles de toneladas a otros territorios.
En lo que va de año, en la capital cubana, Artemisa y Mayabeque han recibido parte de la producción.
El subdelegado de la Agricultura precisa que en el 2018 en los campos pinareños se acopiaron 6 400 toneladas del grano, y en el 2019, a pesar del impacto de varios fenómenos meteorológicos, se pudiera superar esa cantidad.
“Pinar del Río consume entre 2 200 y 2 500 toneladas, el resto se le entrega al Ministerio de Comercio Interior (Mincin) para el balance nacional”, asegura Ortelio.
Se trata de un aporte valioso, que sustituye importaciones y le evita al país un gasto significativo de divisas, teniendo en cuenta que el precio de la tonelada de frijol en el mercado internacional, oscila alrededor de los 1 200 dólares.
De ahí que a parte de la producción de las áreas potenciadas con insumos por el sistema de la agricultura, se trate de captar la mayor cantidad posible de este valioso alimento, entre los campesinos que lo cultivan para el autoabastecimiento familiar.
En la zona de Briones Montoto, por ejemplo, la cooperativa de créditos y servicios Celestino Pacheco, tiene solo 56 productores de cultivos varios, pero entre el resto de sus asociados, y otros habitantes del consejo popular que siembran pequeñas parcelas, hoy se contabilizan más de 270 entregas.
“Tenemos personas que han traído desde un quintal, hasta varias toneladas”, asegura Michel Reyes, su presidente.
“Además de las 125 hectáreas que contratamos, la dirección de la provincia nos ha exhortado a recoger todo el frijol que exista ‘por fuera’, porque es una necesidad del país”, añade el funcionario.
En varios momentos de la campaña, aquí y en otros sitios, han surgido contratiempos con la disponibilidad de sacos y con extracción, por parte de acopio, de las producciones.
Aun así, la cooperativa espera cerrar la contienda con 185 toneladas, una cifra que de lograrse, superaría en alrededor de 40 a la cosecha del 2018, y contribuiría a que la provincia también crezca, y se reafirme entre los mayores productores del grano del país.
Hasta el momento, van más de 5 400 toneladas acopiadas, y las cifras continúan creciendo, gracias a la laboriosidad de los campesinos para incrementar áreas, elevar rendimientos, y construir con hierros viejos, máquinas capaces de engullir cosechas enteras en cuestión de pocas horas.

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