Fue en Pino Gordo, que es decir, en medio del campo, donde la naturaleza parece envolver el paisaje y el cielo centellea de tanto sol y tanto aire puro. Los lugareños construyeron una especie de glorieta a la que llaman, escenario, y allí, se congregan para dar vivas a la Patria.

Fue el acto municipal por el 26 de julio, esta vez en tierras campesinas, porque la raíz no ha de ser relegada a involuntarios olvidos, ni minimizada en su lucha épica a lado de la Revolución.

Hay colorido en Pino Gordo por la celebración del 26 de julio. Grandes y chicos  junto al estrado, escuchan a los oradores y tararean canciones que esbozan la inmolación de la juventud cubana ante los muros del Moncada en la ya lejana pero inolvidable mañana de la Santa Ana.

El breve encuentro será recordado. Y es que hay mucho de orgullo en Pino Gordo por este acto patriótico, porque se ha trabajado bien duro en la agricultura, que es lo mejor que saben  hacer, y lo hacen con amor.

Así transcurrió la mañana, y quien piense en palabras engoladas y discursos altisonantes, se equivoca, porque la celebración fue de esas que calan por su sencillez, que es lo que caracteriza el alma guajira de estos tiempos: nuevas generaciones, igual compromiso con los del Centenario, que no dejaron morir las ideas del Apóstol.

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