Expertos de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana restauraron la campana que anunciara la llegada de las  tropas insurrectas a la villa el 22 de enero de 1896, hecho que marcó el fin de la invasión de oriente a occidente.

La pieza, de incalculable valor patrimonial, fue encargada a una fundición en Barcelona, España, a finales del siglo XIX . En su decoración resaltan motivos alegóricos a la Virgen de las Nieves y a la leyenda fundacional de la villa.

Dos años después de  su llegada, el carrillón anunció el fin de la invasión. Con el incendio del poblado en febrero de 1896, la  campana terminó en tierra,  agrietada por la violenta caída que los soldados españoles provocaran al semiderruido campanario.  Cuentan que el sargento que ordenó el derrumbe  murió bajo el peso abrumador del terrible bronce.

Aunque la reconstrucción de la iglesia data de finales del siglo XIX, solo en los años 40 del siglo XX  se construyó la torre donde permaneció, silenciosa, por más de siete décadas.  

En fecha reciente un complejo proceso de restauración consistente en soldaduras de bronce y plata selló las grietas provocadas por el impacto de la caída. En la mañana del pasado domingo, obreros locales la devolvieron a su sitio en el campanario de la iglesia parroquial de Mantua.

En breve, los lugareños escucharán el tañido centenario que aún retumba en el valle de Mantua, pleno de historias mambisas, donde la campana de la libertad tiene un papel fundamental.

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