En Cuba la equidad de género está contemplada jurídicamente y cada vez más crece el rol de la mujer en las labores productivas y de dirección. Ante el envejecimiento poblacional es también una necesidad, la incorporación de los jóvenes.
Y aunque no faltan quienes acusan a los que acumulan menos años de superficialidad y apatía, sobran ejemplos que demuestran lo contrario.
En la fábrica de tabaco Juan Casanueva del municipio Consolación del Sur, las féminas representan más del 50 por ciento de la fuerza laboral y la dirección del centro está en manos de una de ellas, Maricel Márquez Estévez.
Quien comenta que, dentro del colectivo integrado por 93 trabajadores, cuentan con 18 jóvenes. La de menor edad, Yitzia Guerra Acosta, con 22 años, ocupa un puesto de torcedora en la galera.
Es delgada, con un rostro donde todavía hay rastros de la reciente infancia, quizás porque al decir de otros es de una dulzura especial, lo que le granjea el afecto de quienes la rodean.
Su menuda complexión física no compite con la destreza, incluso mientras habla no deja ni un instante de procesar la hoja, ya sea cuchilla en mano, doblando, conformando…
Aunque cursó estudios como técnico medio en Agronomía, cuando supo que ofrecían un curso en la fábrica que está en la misma comunidad donde reside, quiso intentar con esta profesión, ya hace cuatro años y asegura sentirse a gusto con lo que hace.
No sabe a ciencia cierta si aquí estará el futuro, pero por el momento está complacida, en dependencia de la vitola y calidad de la materia prima, tuerce entre 160 y 170 tabacos al día.
Las jornadas comienzan a las 7.30 a.m. y concluyen a las 4.30 p.m.; no refiere agobio por las horas sentadas o la norma, conoce la importancia de la labor que realiza; no es la única que ostenta lozanía en el colectivo, prueba de que la juventud y las mujeres son protagonistas de las transformaciones económicas que vive el país.

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