Muy “bajita” o muy “gordita” fueron los argumentos esgrimidos por quienes le descreyeron y que, hoy ante su gloria, lamentan su errático vaticinio. Como si la limitante que sus condiciones físicas le imponía no fuese suficiente, aventurarse a hacer carrera en una disciplina considerada “cara” en el mundo atlético de hoy, marcaría su adolescencia y primeros años de juventud. En lo adelante, labrarse un nombre en el ámbito nacional y luego en el foráneo, sería una tarea azarosa para quien debutaba en un deporte en el que nuestro país no tenía grandes referentes.
Aunque muchos no la recuerden, su primer gran estreno fue en las olimpiadas de Beijing 2008, cuando con apenas 21 años y una modesta marca de 4.15 metros, se vería relegada al décimo tercer puesto. La vida, no obstante, suele premiar a quien persevera, y el próximo ciclo olímpico lograría consagrarla en la elite mundial.
El quinto puesto en la cita del orbe de Daegu 2011 era solo el presagio de que estaba lista para empeños mayores. La urbe londinense fue el escenario en el 2012 para su ascenso al altar sagrado del olimpo, su metal plateado allí la elevó para siempre a esa instancia reservada exclusivamente para diosas y dioses de su talla.
Es su humildad la que sin cortapisas también la ha llevado a abandonar la alta competencia y permanecer al lado del ser amado hasta su recuperación definitiva. Por supuesto, hablo de Yarisley Silva, quien si no ha hecho todo eso en su vida, y a pesar de ello sigue siendo la misma persona afable y sencilla que salió un día de su modesta casa en un barrio de la carretera a Viñales, para regresar luego convertida en leyenda.
Hace unos días, y otra vez ante vaticinios negativos, volvió a demostrar su calidad al mundo, al conseguir la medalla de bronce en la reunión atlética de Londres 2017. ¿Hasta dónde podrá llegar Yarisley? Solo ella lo sabe, pues ha sido siempre la dueña de su propio destino. Ya nadie le volverá a decir jamás “eres muy bajita” o “no podrás cumplir tu sueño”, pues, garrocha en mano, ella encontró la forma de volar y verse gigante.
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