Sobre las 2.30 p.m. el ómnibus 21- 2- 30 de la Empresa de Transportes Escolares de Pinar del Río parqueó a 150 metros de la esquina donde los alumnos de las escuelas provinciales y los universitarios suelen esperar para viajar.
Algunos muchachos fueron hasta allá para intentar una botella. Los que se quedaron murmuraban, “Ese es Rigo, y tiene su gente.”
No le di importancia, las personas siempre hablan pero, segundos después los que se fueron hasta el carro, regresaron desalentados. “Hay asientos vacíos pero no puede llevar a nadie porque tiene que recoger en carretera”.
Sobre las 3.15 p.m. llegó el ómnibus de la Escuela Militar “Camilo Cienfuegos”. Cerca de 20 estudiantes universitarios y sus padres se fueron hasta el lugar donde estacionó, una decena de metros delante del que esperaba desde las 2.30 p.m. Las personas se acumularon en la puerta del transporte escolar y el chofer, un hombre joven y cortés, explicó dónde tenía que recoger estudiantes, las capacidades que llevaba y subió las que podía cubrir, sentados y de pie sin poner en peligro el carro y sus pasajeros.
Yo me fui al otro lado del ómnibus, saqué el teléfono para ver un mensaje, lo llevé a la altura del rostro para desbloquear con el iris y, al levantar la vista veo avanzar el ómnibus 21-2-30. El chofer me miraba, y mientras se acercaba, me conminó a fotografiarlo.
Adiviné sus intenciones: no iba a parar, ni siquiera daría explicaciones, y el tiempo detenido allí era para que los estudiantes se acumularan en el ómnibus de la Escuela Militar “Camilo Cienfuegos”. Mientras pasaba por mi lado, al escape- diría yo- continuaba pidiéndome que le fotografiara. Así lo hice tres o cuatro veces más.
Algunos estudiantes corrieron con la esperanza de que los recogiera más adelante, pero fue en vano: desde el primer momento había meditado su proceder.
Alguien me dijo que no pasaban de ocho los alumnos que tenía que recoger en toda la ruta. Verdad o no, los que estábamos allí, nos hubiésemos conformado con una explicación, aunque no fuera cierta.
En las redes sociales la infamia aquí contada es viral, sobre todo porque vivimos en un país solidario, donde el problema de uno es el problema de todos, y porque el presidente de esta isla insurrecta y amenazada, detiene su auto y “da botella” al pueblo.
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