Fue en el año 1896 cuando todo un pueblo de la provincia más occidental de Cuba prefirió perder sus viviendas y verlas convertidas en cenizas, para no caer nuevamente en manos del colonialismo español.
Desde los primeros días del mes de enero las huestes mambisas habían entrado a San Juan y Martínez aprovechando que los españoles se trasladaron hacia Pinar del Río para reforzar ese territorio, amenazado por las tropas de Antonio Maceo.
Réplica de conmemoración histórica
Como cada 21 de febrero, los sanjuaneros acuden al encuentro con su historia y demuestran con el desfile por la calle principal el apoyo a aquella decisión de incendiar el pueblo antes de entregarlo al enemigo invasor.
124 años después del aquella heroica hazaña los sanjuaneros de hoy enfrentan importantes retos económicos, políticos y sociales con el mismo espíritu de rebeldía de aquellos mambises.
El día 20 de febrero de 1896 el teniente coronel Varona dio la orden de que los familiares procedieran a dejar sus casas y fueran evacuadas en lugares seguros.
La orden fue dada primeramente desde la casa donde vivía el insurrecto José María Padrón y más tarde confirmada en el comedor de la casa de vivienda de la Higuera donde residía el licenciado en farmacia Benjamín Brito Domínguez.
A las seis de la tarde se inició el desalojo y a la una de la madrugada del 21 de febrero de 1896, se inició el incendio que comenzó por la parte norte, desde el Hoyo de Monterrey donde se encontraban las tropas del brigadier Bermúdez, continuando por el sur, donde avanzaba la tropa del Teniente Coronel Varona.
Los efectos del fuego fueron más intensos en las aceras de la calle real (hoy Francisco Rivera) donde se hallaba enclavada la Iglesia, la oficina de Correo y Telégrafos y departamentos comerciales.
Del templo no quedó más que la Torre que no pudo ser derribada a pesar de que 50 yuntas de bueyes tiraron de la construcción.
Muchas familias que se quedaron buscaron refugio en los bohíos que no fueron pasto del incendio en los alrededores de la Villa, en la Loma de Ratones y en el veguerío de Lagunillas.
Otros esperaron la aurora junto al río San Juan sentados sobre la hierba con la satisfacción de haber cumplido.
Al ver el Comandante Leopoldo Pérez la forma que ardía su pueblo natal exclamó: “Ofrendemos también a la Patria este Bayamo de Occidente”.
Cada año se celebra en esa fecha el Día de la Dignidad Sanjuanera, momento oportuno para que sus hijos recuerden la hazaña y las nuevas generaciones sepan del valor de aquellos hombres y mujeres humildes, que un día pasaron a la historia por el decoro y la independencia.
Miles de personas acuden a las calles y las campanas de la iglesia resuenan en señal de anuncio; y nuevamente los “mambises” con antorchas en sus manos viven aquella madrugada gloriosa de la quema de su tierra.
Este día siempre es anticipado por una gala cultural en la noche del 20 frente a la iglesia local donde se entrega el escudo del municipio y diplomas de la Unión de Historiadores de Cuba a personalidades locales y la visita al Hoyo de Monterrey de donde salieron las llamas del valor sanjuanero.
También para celebrar la fecha se realizan la elección de la flor del tabaco y el concurso nuestros autores en esta ocasión para los niños, evento que se inauguró en el cine Meca en el año 1985 entre otras actividades importantes.
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