Como si fuera poco la depresión subtropical que se formó cerca de nuestra provincia fue bautizada con el nombre de Alberto.
Nueve fueron las víctimas fatales de aquella inundación, que los expertos cifraron en más de mil metros cúbicos de agua por segundo y que llegó hasta el centro del pueblo.
Imágenes de aquel momento muestran a las valerosas palmas reales de la entrada de la villa convertidas en muralla que frenó en parte aquel torrente para proteger al querido terruño.
Viviendas demolidas, calles inundadas, fango por doquier, puentes destruidos y hasta un camión colgado al borde de lo que fue un puente, cambiaron el entorno sanjuanero al paso de aquel “Alberto” devastador.
Historias como la de Fernando Padrón y su familia conmovieron a los sanjuaneros, quienes jamás habían presenciado a su río desbordado de aquella manera. Su nieto, Misael Rodríguez, protagonizó el caso más connotado al sobrevivir milagrosamente, con solo seis años, subido en las ramas superiores de una guásima.
La búsqueda de una solución definitiva comenzó a forjarse por esos días cuando nuestro Comandante en Jefe visitó la localidad profundamente conmovido ante la pérdida de vidas humanas y personalmente patentizó a los damnificados la solidaridad de la Revolución.
El 22 de enero de 2001 quedaba inaugurada la hidroreguladora San Juan, que podría retener avenidas de agua de más de dos mil metros cúbicos por segundo y proyectada con una capacidad de más de 17 millones. Esta instalación hidráulica le permite hoy a los sanjuaneros estar tranquilos y seguros ante cualquier crecida del río, pero los sucesos de aquel dos de junio de 1982 siempre serán recordados como uno de los momentos más tristes de su historia.
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