Sandra pasiones compartidas

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20201125 121135

 Sandra Alfaro Hernández conoce los trillos rojos y sinuosos de la Lima como nadie. Vivió en estos parajes de La Palma hasta los 14 años y la arraigaron a la sitiería como las palmas y las ceibas a los suelos de estos lares.

La emoción salta a sus ojos, cuando relata la armonía de aquellos años en que la vida era más sencilla, gente más diáfana y ríos más cristalinos.

“Soy campesina desde que tengo uso de razón, aquí nací, me críe y estudié en una escuelita rural muy cerca de este sitio. La tierra es de la familia, antes que la Revolución; pasó de mis abuelos a mis padres y nunca dejamos de producir, con ella el sustentamos generaciones, pasándola de uno a otro...”

Desde niña Sandra se apegó al trabajo duro y apasionado del campo; disfruta “echar las simientes y preñar la tierra”, como ella dice; ver brotar la planta promisoria de riquezas, lograda con la base del empeño y de experiencias más enaltecedoras.

Campesina abogada y no abogada campesina

Sandra se preparó en la universidad natural de los humanos y cuando transitaba una etapa superior de la vida, le llegó el imperativo de la superación académica.

Sus padres nunca aceptaron conformes, que su hija  no trajera a casa un título universitario: ese era un sueño que no deseaban ver escapar por la guardarraya.

“Cuando te digo que los viejos halan más que una yunta de bueyes, no exagero”.

Ahora Sandra es abogada;  gracias a ellos lo recuerda: “Estudié en la Facultad Obrero Campesina y matriculé en la sede universitaria del municipio en 2004. Nunca dejé de ir a mi vega, solo me lo impidió los embarazos cuando fui a tener mis hijas. Yo trabajaba toda la mañana y a la hora del almuerzo, sentada bajo una mata leía para presentarme a los exámenes...”

La realidad es así, Sandra Alfaro Hernández se tituló universitaria  en 2010 e hizo realidad el sueño de sus padres. Graduarse no fue solo una meta, también fue continuidad: ejerce el Derecho como abogada en el bufete colectivo de La Palma.

“Yo me veo así guajira, cuando llevó un juicio, con un proceso complejo en el bufete y siento orgullo de lo que he alcanzado. Mis compañeros preguntan muchas veces ¿qué yo hago sembrando yuca y ordeñando vacas? Para mis adentros, pienso que todo lo que puedo hacer en Derecho, también se lo debo a la inteligencia natural que me dio tierra”

Para Sandra el tiempo lo lleva con la Luna, la mayoría de la gente en  pueblo la mira por poesía, pero ella la sigue el proceso a sus cultivos, los cambios estacionarios… los frutos salen de su conocimiento. A su juicio, los guajiros la observan como los marinos al faro.

“Aquí, donde me ves - nos dice con sonrisa a través de la mascarilla-, voy pensando que el lunes es Luna llena y al regreso prepararé la semilla de cangre y romperé la tierra”.

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