El consolareño Juan Carlos Falcón es un hombre arrestado; después de prestar servicios durante 33 años como oficial de las FAR, recordó los tiempos en que siendo apenas un adolescente, se perdía entre los surcos ayudando a su padre en la cosecha de tabaco.
Y fiel al refrán de que lo que bien se aprende nunca se olvida, asumió en usufructo una vega de tapado en tierras sanluiseñas.
Realizó allí siete campañas en las que no le fue mal, pero conocedor de que al fondo de tierra de la Empresa Integral y de Tabaco de Consolación del Sur había pasado un área cubierta de monte y malezas, pero con buenas características para el cultivo de la solanácea, optó por ella y le fue concedida.
Con apoyo de la entidad, logró desbrozar una parte de la tierra y ya en la anterior cosecha se convirtió en uno de los 18 tapaderos con que cuenta el territorio.
De los resultados, basta señalar que de cada 100 hojas cosechadas, 33 fueron seleccionadas como capas aptas para el torcido exportable.
Con tal rendimiento, los beneficios económicos no se hicieron esperar y constituyen el mejor estímulo para él y su familia, y para el grupo de 15 trabajadores, la mayor parte reclutados en la zona, que además de un salario de 200 pesos diarios, reciben almuerzo gratis, y llevan a sus viviendas de todos los productos agrícolas que allí se obtienen.
Disciplina, sentido de pertenencia al recolectar las valiosas hojas, de unas plantas que amenazan con empujar hacia el cielo los telares que cubren el campo, puede apreciarse a simple vista en el lote que actualmente se encuentra en recolección.
El producto de otra área ya demolida, no se queda atrás en cuanto a presencia, en las barrederas altas de la casa de curación.
Juan Carlos afirma que, sin desconocer las ventajas de la cura controlada, él prefiere el secado natural de las hojas, pues su manipulación y transportación permite reducir los daños mecánicos.
Señala al monte firme que a corta distancia forma parte de las tierras obtenidas en usufructo, y asegura que poco a poco se extenderán hasta allí los cultivos varios.
“Espero que los dividendos de esta campaña sean aún superiores, y poder estimular en mayor cuantía a los trabajadores que lo harán posible”, dice. Y es para confiar en que así sea, en boca de un hombre que en medio de un paisaje nada atractivo, se atrevió a llamarle “Finca El Progreso” y acometió su transformación en una productiva vega de tapado.