Cuantiosos han sido los paradigmas de nuestro talento musical en el transcurso de los tiempos y por ello es menester destacarlos en cada oportunidad o espacio posible, a fin de honrar su obra y encontrarnos de nuevo con el brillo que destellaron al entregar su arte en los escenarios.

Ejemplos clásicos de lo antes expuesto, lo constituyen el ya fallecido Aldo del Río, auténtico caballero de la música tradicional cubana y nuestra Ana Fernández, que vive aún coronada como la reina indiscutible de las noches pinareñas.

En sus extensas y fecundas trayectorias dentro del mundo de la música y los espectáculos, ambos se caracterizaron por arrastrar multitudes y por incursionar en variados géneros musicales para complacer a heterogéneos públicos en disímiles contextos.

Asimismo, los teatros, cabarets, centros nocturnos, plazas públicas y demás espacios alternativos de promoción musical, se estremecieron durante décadas con esas inigualables voces que, acompañadas de contagiosas texturas musicales, les permitieron ganarse con justicia, la aceptación y el respeto del público asistente a sus presentaciones así como una alta valoración de la crítica especializada.

Estímulos de diversas categorías y niveles así como nominaciones a premios locales, nacionales e internacionales, matizaron permanentemente la obra artística de ambas figuras, exhibiéndose de esa manera como muestras o avales de un itinerario artístico que los colocó siempre en cimeros lugares dentro de la constelación de estrellas de la música y el espectáculo de la provincia y el país.

En el año 2011, Aldo del Río y Ana Fernández agradecieron extraordinariamente el reconocimiento que les hiciera Pinar del Río al dedicarles la celebración de su tradicional Semana de la Cultura pero es innegable que se les puede rendir tributos muchos más por el hecho de estar contemplados entre esa estirpe de artistas que son capaces de poner sus vidas y obras al servicio del arte, de la cultura y del pueblo que en definitiva es el gran destinatario.

La modesta contribución hecha en tal sentido a través de estas líneas, nunca será todo lo abarcadora que merecen, pero al menos pretende aproximarse al cumplido que la cultura cubana en general y de Pinar del Río en particular ha de rendirle a estas dos joyas del Patrimonio Musical Pinareño que jamás podrán ser borradas de la memoria.