Gelma consolida su gestión agrícola en Mantua
- Lázaro Boza Boza
- Mantua
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Los cederistas hicieron referencia a la necesidad de combatir las indisciplinas sociales, reforzar la vigilancia y denunciar aquellas conductas que dañan la imagen del barrio y las propiedades colectivas.
Entre los temas surgidos como resultado del intercambio con Miranda Martínez estuvo la construcción de viviendas subsidiadas. Al respecto, florecieron iniciativas para impulsar esta tarea desde la participación ciudadana con la creación de brigadas de vecinos que apoyen a los más necesitados.
“El país eroga millones para construir viviendas, y no siempre aparecen todos los recursos y la mano de obra- precisó- por eso hemos de apelar a las iniciativas, a la creatividad, sir ser chapuceros ni perder la calidad de lo que se construye. Es bueno recordar que el socialismo es para todos, y que ayudar al estado en esta tarea significa, hacer más, agradecer más y cumplir con la meta”.
Por su parte, Noemís Sotuyo Ventura, presidenta de la Asamblea Municipal del Poder Popular hizo un bosquejo de la situación actual de la vivienda y la fabricación de materiales de construcción, y saludó la iniciativa comunitaria para contribuir con “esta sensible tarea que devuelve hogares básicos pero confortables a familias necesitadas”.
Acompañado de autoridades locales del Partido y el Gobierno, el también integrante del Comité Central del Partido, recorrió barrios periféricos de la villa donde se construye la mayor cantidad módulos habitacionales subsidiados.
En intercambio con miembros de familias favorecidas por el otorgamiento de subsidios, Miranda Martínez resaltó la necesidad de fiscalizar los recursos asignados, avanzar con rapidez y no permitir materiales ociosos a pie de obra.
La ausencia de un mercado mayorista consolidado es, en mi opinión, el principal problema, aunque hay diversos escenarios para el alza de precios: entre ellos el ánimo de ganar dinero con rapidez y el desconocimiento de las leyes del mercado.
Y es que un intento de hacer prosperar un negocio con ganancias superiores al 25 por ciento, cifra reconocida como exitosa, incluso hasta en Wall Street, no reporta crecimiento, a mediano o largo plazo, sobre todo si surgen competidores inteligentes.
Estudios han demostrado que las compañías más exitosas son las que constantemente trabajan por equilibrar los precios y mejorar la calidad.
Mis palabras no han de conducir a la impresión errónea de un rechazo al trabajo por cuenta propia: soy un simpatizante decidido de la pequeña empresa familiar, esa que con muchos sacrificios logra salir adelante, sin explotar, sin timos, sin romper el pacto ético entre la calidad y la honestidad.
Y es que, según mis valores del mundo y en nuestro escenario particular, revender, no es hacer comercio; es pasar de manos, especular, crear descontento y hacer más difícil la vida de los cubanos.
Otra cosa es el que elabora sus productos, el que le imprime un valor agregado a una materia prima, el que, con sentido común, iniciativas y creatividad es capaz de contribuir a la felicidad de todos.
Ahora hablemos de la ley de la oferta y demanda, esa que debe reflejar la relación entre la demanda que existe de un bien en el mercado y la cantidad del mismo que es ofrecido en base al precio que se establezca.
Según los estudiosos, existen negociaciones entre los proponentes y los demandantes, se permite el libre tráfico de mercancías y el precio de un bien se situará en un "punto de equilibrio" donde la demanda sea igual a la oferta.
Ese punto de equilibrio es el precio al que los consumidores están dispuestos a comprar el bien de consumo.
No voy a extenderme sobre el particular, solo diré, una vez más, que el acuerdo tácito entre los vendedores para subir precios y obligar al cliente es lo que se ha estilado hasta el presente, y sin oportunidades, ni equilibrios, no estamos en presencia de la oferta y la demanda.
Este comentario lleva por título Los precios y la manzana de Blancanieves en honor a una anécdota de contenido ético ocurrida años atrás en mi presencia, muy relacionada con la reventa de productos a precios exorbitantes: aquella señora que paseaba con dos niñas pequeñas en medio de la calle carnavalesca se acercó a un catre repleto de manzanas.El precio no estaba visible y al preguntar le notificaron 40 pesos cada una. Ni corta ni perezosa le dijo a las niñas que no podían dejarse engañar, que aquellas eran las manzanas envenenadas que ofrecieron a Blancanieves y, señalando al impúdico revendedor, agregó: y él es el mensajero malvado de la bruja madrastra.