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Entre la costa y el poblado de Arroyos de Mantua, sobre la faja de tierra roja que se deshace en polvillo, como para que el arado la surque sin esfuerzos, tiene su feudo, Gisela, mujer de ébano y sonrisa infantil que contagia alegría.

Es presidenta de la Cooperativa, “Domingo Mons”, y puede que al lector ya le esté sonando a planes cumplidos y papeles que no se comen. Pero la realidad es más rica, y sustituye las cifras por  los colores  de una finca jardín,  donde reina el verde de las hortalizas, las viandas y los vegetales.

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Una mujer, una mujer… resabia el que poco reconoce la vergüenza y el espíritu como herramientas más poderosas que cualquier  juicio sexista. Y es que el respeto no lo determina el género, sino la dedicación y los resultados.

“Nunca nadie me dijo que no podía hacer este trabajo. Yo, negra, mujer y presidenta de una cooperativa, pero ya ves, pude y puedo, y creo que están contentos conmigo”.

 

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¡Es tanto el tomate! El imaginario hace la boca agua y la cámara se antoja cesta que recoge, aquí y allá, sin saber bien dónde puede estar la mejor foto.

“Más de una hectárea y continuamos, y para el fin de año vamos a hacer la primera recolecta, directico al mercado”- dice Gisela.

Al visitante se le antoja saborear las habichuelas, así, directo desde el cantero, de tan saludables que parecen, sin mácula de plagas o abandonos por ausencia del agua bendecida que hace crecer la finca de Gisela.

“¡Periodista, que así no se come la habichuela!”

Y el frijol, ¡Cuánto frijol en el campo!  Hermoso, verde oscuro. Y el boniato, que no basta,  y la tropa de Gisela  sigue plantando y plantando….

“Frijoles vamos a tener- afirma-  pero hay que sembrar mucha vianda para que se llene el plato de las gentes y las comidas sean más variadas. También tomates y habichuelas y coles porque todo eso es alimento bueno”

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En la finca también laboran otras mujeres, pero la mayoría son hombres, y reconocen el mando de la “jefa” y la califican de sabia y buena; y también de recia cuando se trata del trabajo.

“Tengo dos o tres hombres resabiosos por aquí- bromea- pero son una fiera pal trabajo y no los cambio por nada. Mejor aguantar un loco….”

Ella sueña con sistemas de riego, y nada de tierras ociosas, ni marabú, ni chapuzas porque el campo ha de estar ordenado como una casa, todo bien limpio para que guste y produzca.

“La naturaleza es sabia- dice- y cuando se le trata mal paga con fealdad y con escasez”.

Gisela es una mujer negra en un país que conquistó la justicia para que el color de la piel y la condición femenina no limiten los deseos de crear y hacer el bien. Su legado será el incesante batallar para extraer a la tierra el fruto, mezclado con su sudor y el de buenos que le acompañan.  

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