María la gorda

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Por Gerardo Ortega Rodríguez

María la Gorda, la hermosa playa del occidente cubano, bañada por las aguas de la Ensenada de las Corrientes, recibe su nombre por una leyenda que a través del tiempo se ha ido enriqueciendo con diversas versiones. Todas, sin embargo, parten de su origen piratesco y coinciden en hablarnos de una bella joven que fue raptada y quedó, como parte del botín, junto a otras mujeres, en poder del pirata que hacía de este lugar su campamento habitual.

Se contradicen algunos sobre María, al señalar su origen portugués o español y al ubicar la población saqueada - y por lo tanto, punto de partida de la leyenda- en Venezuela o en Honduras. Avala el criterio de su origen portugués, el hecho de que una pirata nombrada María Cruz, de esa nación, haya existido realmente, alrededor de 1820 y visitara esta costa con frecuencia.

La hermosa leyenda quiere que María, poco después del rapto, haya quedado con sus compañeras en este lugar, al cuidado del segundo al mando del pirata que nunca más regresó... que con sus artes y encantos haya convencido a su guardián y luego haya dominado al resto, convirtiéndose ella misma en pirata y más tarde, ya gruesa y vieja, haya sido dueña de almacen, fonda y posada para filibusteros y comerciantes contrabandistas. El uso de sus antiguas compañeras y otras más jóvenes, en el entretenimiento de sus asiduos, la acusan en otra versión, de haber dirigido el lupanar más occidental del Caribe, para solaz de los llamados "Hermanos de la Costa".

Se entrelazan las leyendas y las referencias históricas, con la belleza de la playa y el agreste entorno, cada ouesta del sol, siempre sobre el mar.

Y queda la imagen de esa gruesa mujer, cocinando para comensales siempre alegres por la compañía del vino y las mujeres en este punto de la toponimia de Guanahacabibes.

Todavía era este lugar, por allá por 1830, el Guanal de la Vigía Antigua, en las cartas de marear, pero ya desde 1880, nadie quiere llamarlo con otro nombre que el que ahora tiene: María la Gorda.

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