La razón del Intendente como nueva figura en las municipalidades

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IN. PINAR DEL RIO

“El Intendente, es el que ahora administra en el pueblo”, como recordó en sus palabras Henry Domínguez Reyes, al asumir el cargo en Mantua y que es aleccionador para todos los territorios vueltabajeros.
Y lleva razón, porque el país no juega ni hace experimentos, como intentan los enemigos; no se practican ensayos de laboratorio con la búsqueda de la prosperidad: son decisiones seguras para, en medio del cerco económico, comercial y financiero que vive el país, acercar la gestión del gobierno a los ciudadanos, lograr mayor pluralidad y participación y sobre todo, cuidar del pueblo con efectividad, sin trabas, sin tropiezos burocráticos y con total transparencia.

Intedentes
Pero nada de lo anterior será posible si el intendente, en el ímpetu de su trabajo, no desarrolla la capacidad para la empatía, que no es más que ponerse cada día en el lugar de los que acuden a su oficina con un problema, de los que se quejan ante un maltrato, una actitud indolente, impropia de nuestra visión de país.
Hacer de su responsabilidad una ciencia del control y la sistematicidad; un tratado permanente de detalles, un dechado de amor por las gentes es aún más importante que ser especialista en ciencias económicas. En otros lugares, no sé, pero en Cuba, hemos de entrar primero con el corazón, aunque parezca insensato.
El Intendente no es un cambio de nombre para dirigir el Consejo de la Administración, tampoco es un simple cargo o un individuo divorciado de su pueblo; es un cumplidor de las leyes, subordinado a su pueblo, sensible, con visión de futuro, infinito amor por su tierra y la capacidad de detectar la chapucería, la simulación y la pereza.

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