Las medidas necesarias para evitar contagios por la Covid-19 constituyen tema recurrente una y otra vez.

Al principio de la pandemia sólo escucharlas por los medios de comunicación y las radio bases en las comunidades, ponía los pelos de punta.

Sin embargo al parecer, por la costumbre ya muchos ni siquiera las advierten. Son los que aún persisten, sin asomo de percepción de riesgo, en un comportamiento ajeno a lo que realmente ocurre con el SARS-CoV-2

Son esas personas que no tienen a menos permanecer en grupos con la violación de todas las normas higiénico-sanitarias, muestra de una actitud negativa yo diría arrogante, casi un desafío a la propia enfermedad.

Incluso el desacato a las autoridades que velan porque se cumplan lo estipulado es cotidiano, aquí en Minas de Matahambre podemos verlo, a través de los cientos y miles de multas impuestas en ese sentido desde los inicios de la pandemia.

Recordemos una vez más las incontables experiencias que entristecen no sólo al mundo sino a Cuba también con esta enfermedad.

Desde la permanencia en centros de aislamiento social, tratamientos médicos dolorosos y costosos, incluso hasta la muerte de un familiar al que quizás, no pudo dársele siquiera el último adiós.

Es necesario que todos absolutamente comprendamos el peligro real de contraer la Covid-19 y en consecuencia de ello no dejemos de cumplir con las reglas establecidas, tanto en el hogar como el centro de trabajo, así como en los lugares públicos.

La familia debe asumir su responsabilidad en la protección de los niños, jóvenes y ancianos. Cómo hacerlo es bien conocido, algunas de las formas son: usar el nasobuco, lavar y desinfectar las manos, así como las superficies.

Pero en cuanto sea posible resulta imprescindible quedarse en casa, porque es lo mejor.