Me parece muy atinada la actitud de muchos mineros que ven en la lectura una puerta a la distracción. No sólo al pasatiempo, sino a una sumatoria de conocimientos que engrandecen la actitud ante la vida, la lectura como placer en la búsqueda de una comprensión mayor del mundo.

El actual distanciamiento social que impone la COVID-19 exige encontrar caminos certeros que destruyan el estrés y este puede ser uno muy poderoso.

Es por ello que las personas más informadas comprenden mejor su entorno. Entienden cómo proceder con mayor inteligencia, a la vez que logran metas superiores.

Antes de perder el tiempo en chismes cotidianos, tonterías intrascendentes, la opción de la lectura es una decisión de sabios. Para satisfacer esta necesidad, el municipio cuenta con una red de bibliotecas públicas que atesoran colecciones de libros variados.

Enciclopedias, novelas, testimonios, relatos, cuentos, poesía, revistas conforman el listado de opciones para que el lector pueda nutrir su mente.

En este sentido les recomiendo algunos libros que deben leer: El perfume, Cien años de soledad, La noche, El pequeño príncipe. También los tomos dedicados a la poesía, cartas y principales discursos de José Martí.

De igual forma pueden hacerlo con los volúmenes dedicados a la autoayuda, textos muy demandados por las personas que desean encontrar respuestas a múltiples poblemáticas psicológicas. Interiorizar estas propuestas los llevará a escalones superiores del pensamiento.

Los días del distanciamiento social no pueden convertirse en pereza intelectual. Deben ser aprovechados al máximo. Tu teléfono celular es otra vía de lectura apropiada, tanto de informaciones bien documentadas como de novedades literarias de última hora.

Leer en pleno distanciamiento, es entrenar el intelecto para un tiempo muy próximo de mayores desempeños. ¿Estás listo ?.