En 1910, en la Segunda Conferencia Internacional de mujeres socialistas reunida en Copenhague, se planteó la demanda de sufragio universal para todas las mujeres y a propuesta de Clara Zetkin se proclamó el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, cuyo objetivo era promover la igualdad de derechos.
Al año siguiente se celebró por primera vez el día internacional de la mujer en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza con mítines a los que asistieron más de un millón de personas que exigieron para las mujeres el derecho de voto y de ocupar cargos públicos, el derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral.
A pesar de los reclamos de hace más de un siglo, apenas el 50 por ciento de las féminas en edad laboral actualmente están representadas en la población activa mundial, frente a un 76 por ciento en el caso de los hombres.
Asimismo, una abrumadora mayoría de las mujeres trabaja en la economía informal, subvencionando el trabajo de cuidados y el doméstico, y se concentran en empleos peor remunerados y con menos calificaciones, con poca o ninguna protección social.
La Organización de Naciones Unidas exhorta a todos los actores a dar el paso por la igualdad de género, por un planeta 50- 50 en 2030 para garantizar que el mundo laboral beneficie a todas las mujeres.
Mujeres líderes: por un futuro igualitario en el mundo de la COVID- 19 constituye este año el lema por el 8 de marzo, en pos de reconocer el esfuerzo de las féminas para forjar un futuro más igualitario y recuperarse de la pandemia.
Además, está en consonancia con la necesidad de participación de las mujeres en la adopción de decisiones por ellas de forma plena y efectiva en la vida pública, y la eliminación de la violencia para lograr la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas.
Y es que la crisis sanitaria mundial ha puesto al descubierto en muchos casos las cargas desproporcionadas que soportan las mujeres y a la vez, su contribución.
Porque se encuentran en la primera línea de combate al nuevo coronavirus en centros asistenciales y desde los hogares, llevan el peso de mantener, por ejemplo, la educación de los infantes en tiempos de obligatorio confinamiento.
En Cuba, cada obra tiene rostro de mujer pues desde el primero de enero de 1959 pasó a ocupar el lugar que durante siglos le había sido limitado.
Hoy lucha por llevar a término exitoso los candidatos vacunales que asegurarán la inmunización al ciento por ciento de la población cubana de manera gratuita- como ocurre siempre en la isla cuando de salud se trata- y para los convalecientes de la COVID- 19.
Contribuye a llevar hacia adelante a un país golpeado por las tensiones económicas impuestas por la pandemia y el férreo bloqueo de Estados Unidos; en tareas como la atención a pacientes con la pandemia en la llamada zona roja, a personas sospechosas y a todos los que se determinen como contactos.
En centros de aislamiento, en las pesquisas activas, en el seguimiento a personas consideradas vulnerables, embarazadas, niños, ancianos.
Pero también en la producción de alimentos, el programa de la vivienda, en círculos infantiles para el cuidado de hijos de madres trabajadoras, en la atención a los reclusos, en la industria, en la prensa.
Asimismo, en la construcción, un oficio que algunos siguen atribuyendo a los hombres y las féminas han mostrado que no existen para ellas.
Las mujeres tienen en la Isla motivos para celebrar este 8 de marzo, porque a lo largo del tiempo ha luchado por su lugar y demostrado que la consigna sigue siendo Patria o Muerte.
Lo dijo el cantautor Silvio Rodríguez: “me estremeció la mujer que empinaba a sus hijos hacia la estrella de aquella otra madre mayor; y cómo los recogía del polvo teñido para enterrarlos debajo de su corazón”.