Elogio del viernes

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¿Quién iba a decir que desde hace nueve años y con el guateque apasionadamente sabatino, sería un viernes quien nos depararía la agradable sorpresa?

Este viernes 22 de septiembre de 2017, a ocho jornadas del Día Hispanoamericano de la Décima, en el Ranchón de los poetas a orillas del Guamá recibimos la visita de uno de los más importantes poetas repentistas contemporáneos, el vueltabajero Juan Antonio Díaz, Loma de Candelaria, Consolación del Sur, 26 de mayo de 1970.

La noche estuvo dedicada plenamente a las cuerdas y las voces con la participación de más de 20 poetas que, atraídos por la personalidad de Juan Antonio y en su condición de admiradores del género, vinieron desde distintos predios de las comarcas de Vuelta Abajo.

La ronda de presentación estuvo matizada por el reconocimiento de los poetas a Juan Antonio, no solo por el magisterio que ejerce desde su talento de repentista, sino por las virtudes que lo caracterizan, muy acendradas en su procedencia campesina.

Jovial y espontáneo como siempre, nos participó de sus sueños por estar en el Ranchón pinareño al igual que otros poetas que, aunque en predios de las dos orillas, hermanan espíritu y vocación poética por la décima y cuyo sentido de cubanía los mantiene unidos, porque el amor, la vocación y el sentido de pertenencia sigue siendo latido común.

Un primer diálogo entre las jovencitas Anabeybi Rodríguez Álvarez, Premio del reciente evento Eduardo Saborit de repentismo y Anamary Gil, de Güines, fue motivo de orgullo en un público que sabe vislumbrar por estas poetisas lo que significa la continuidad de los procesos culturales de la oralidad a través de la décima y su  legado patrimonial.

Si bien la controversia siguiente en las voces de Juan Antonio y de Juanito Cabrera  durante más de una hora cumplía con sus expectativas, tanto más emotivos fueron los encuentros siguientes en los que el propio Juan Antonio pidió cantar con  otros poetas como Sindy Manuel, Yasel García, Anabeybi Rodríguez, Julio Pablo Travieso y Miguel Carballea.

El guateque tocó altas horas de la madrugada y dejó sus huellas de luz. En ellas un precedente imborrable, la visita de quien, junto a Oniesis Gil, Leandro Camargo y José A. Tejeda son hoy sin dudas cumbres del repentismo cubano y cuya décima de presentación dejó su sello:

 

Le doy gracias al camino

 

que hasta este lugar me trajo

 

y me oye cantar debajo

 

del Rancho de Celestino.

 

En cada penca adivino

 

el beso de una palmera

 

y me cuida una bandera

 

que vista da la impresión

 

que han clavado el corazón

 

de un patriota en la solera.

Las sorpresas del bien no son fortuitas, son el resultado de la esencia que las edifica. Si el Ranchón se hizo pequeño esta noche y la décima oral improvisada cobró vuelos inusitados, es que la estrofa mágica tiene su poder de convocatoria  en quienes, entre el ejercicio lírico y el orgullo de cubanía, la enaltecen, la enriquecen y la conciben  como su reina en el Parnaso de la poesía universal.

 Anabeybi Anamary

Juan Antonio

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