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El brujito de Gulubú

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facebook y el brujito de Gulubú1Los creadores de la red social Facebook jamás imaginaron que su plataforma interactiva podría emplearse en las oscuras artes del vudú. ¡Brujería! en buen cubano que ahora llega por los canales sofisticados de la Internet.  El Chat se activó y comencé a leer aquel mensaje de alguien que nada tenía que ver con mi abultada colección de amigos: Mira, yo soy el brujo más “bolao”, me mandaron tu foto pa´ romperte el matrimonio, y me pagaron 500 CUC….

Continué leyendo:

… esta noche voy a hacer la brujería, y yo no fallo, así que si quieres que no te embarque, me pagas y paro to´ eto.

¡Imagínense!  En estos casi once años he recibido amenazas de intolerantes, ofensas que jamás valieron una respuesta y he visto lo humano y lo divino en esta suerte de “chaparrón informativo”, pero, jamás, alguien me “echó” brujería por Facebook.

Una foto…. Ummmmh, ¡Es que hay miles de fotografías mías en la Internet!  Es el precio de descubrir un día  que… eres una persona pública y que no hay forma de enmascarar  tu biografía  a los ojos de amigos,  enemigos y curiosos.

En cierta ocasión mi madre, criada en el más rancio catolicismo, devota de un solo Dios y fustigadora incansable de las artes paganas, me aconsejó: “nada de beber o de comer, que lo demás es bobería”.  Recordé el caso de Ramón, un pariente al que le sacaron la cría de gallinas y chivos para curarle “un mal” que al final resultó ser acidez estomacal y lo solucionó el médico del pueblo con Gel de Hidróxido de Aluminio; o el curandero que ponía empastes con amalgama rusa, no más tocarse la muchedumbre un lado de la cara, o el que “curaba” desnudo él, y la “enferma”, en fin… tremendo entuerto para un brujo que esperaba mi respuesta al otro lado.

Venció la tentación y también un poco de rabia,  antepuestas al sentido común que indica ignorar al nigromante, como se ignora a los que envían cadenas de mensajes y amenazas a quienes no cumplan a pie juntillas las “instrucciones”.  De modo que lancé mi respuesta con la que concluyo esta curiosa historia:

“Mira-  escribí- ya quisieras tú tener la mitad de mi buena estrella, en cuanto a mis fotos, están por donde quiera, y en lo de mi mujer, después de dieciocho años de matrimonio, no me vas a buscar   más líos de los que tengo”.

Lo que no le dije, por un poco de orgullo herido es que no tenía dinero para pagarle tan desorbitante cantidad que no la gano en un año de arduo trabajo y que,  por la noche, “Just in case”, pondría una vela al Milagroso para que me protegiera del brujito de Gulubú. Cuidado con Facebook, cúrense de espantos.

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