En su labor como instructor de arte en la casa de Cultura Mirtha Aguirre, Eduardo Suárez logra resultados que trascienden dentro y fuera de la comunidad y en el ámbito internacional. Ello le valió para que fuera distinguido con el premio Olga Alonso por la obra de toda la vida. Por su humildad nos comenta con frases entrecortadas “entre tantos instructores que tiene el país, con muy buen trabajo, el que me hayan otorgado el premio me da alegría. Hay quienes me dicen: llegaste a la meta final. Pero pienso que no, que es una motivación y un compromiso para seguir trabajando y continuar defendiendo la cultura popular tradicional cubana”
Desde su graduación hace 34 años se vinculó al taller de artes pláticas de la casa de cultura de Consolación del Sur. Más allá de la enseñanza artística logra empatía con los alumnos y sus familias. “yo creo que somos educadores, que tenemos responsabilidad con nuestros alumnos, que son de todas las edades. Por eso me he dedicado a preparar niños en el mundo de las artes. Pero no solo enseñar a pintar, a hacer manualidades. También formando valores, una labor muy importante en estos días”, comenta Eduardo Suárez.
Le concede importancia especial al papel de los instructores de arte, por sus aportes en la formación integral del pueblo cubano. Ello demanda cualidades que los distingan en la sociedad. Con determinación comenta a Tele Pinar “Tengo un alto concepto de lo que es ser instructor de arte. Es una de la más bellas y necesarias profesiones creadas por la revolución. En consecuencia, hay que ser constante, perfeccionar el trabajo todos los días, superarse todos los días”.
El consejo nacional de casas de cultura este año entregó 11 premios Olga Alonso, dos de los cuales 2 fueron otorgados a pinareños. El reconocimiento estimula a este instructor que atesora varios distinciones nacionales e internacionales. Con brillo en los ojos y sonrisa de satisfacción nos dijo “Eduardo antes del premio y después del premio va a ser el mismo: no voy a tener horario para trabajar, como siempre he hecho”.
Ecuánime pero incansable. Eduardo es parte del colectivo de instructores que contribuye con el proyecto cultural comunitario Patio de Pelegrín y durante 4 años desarrolló su labor educativa en Venezuela.