El subsidio de Niní tiene huellas de mucha gente

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Gracias a su disciplina como subsidiado y a la ayuda de familiares, vecinos, del delegado de circunscripción y de su padrino (el presidente de la cooperativa José Antonio Echeverría), Martín Pimentel Palomino ya ultima detalles para mudarse de la facilidad temporal hacia su nueva casa.


Uno de los hijos de Martín, Reyvel, fue el albañil y buscó ayudantes del propio barrio. El día de echar la placa, los hombres hicieron el trabajo duro y las mujeres ayudaron con la merienda. Y así, en cada jornada, no faltaron manos que ayudaran de alguna manera a terminar “el subsidio de Niní”.


En tan sólo un mes y 15 días, el constructor y sus muchos colaboradores levantaron las paredes, techaron la casa, habilitaron la carpintería, hicieron el piso, azulejaron la cocina y el baño…Constructores de un subsidio


Luego de dos décadas de espera, el palmero Niní, como cariñosamente le nombran a Martín Pimentel Palomino, ya tiene su vivienda, que aunque sólo mide 25 metros cuadrados, él la considera una mansión.


“Imagínate, para mí es un palacio. Por mis propios medios nunca hubiese podido construir algo así. Le estoy muy agradecido a la Revolución, a mi familia, a mis vecinos, al delegado de circunscripción, al padrino que me puso el Gobierno, que en este caso fue Hipólito Malagón Cruz, y a todos los que me ayudaron de una forma u otra”.


El subsidio de Niní tiene huellas de mucha gente.

 

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