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Sucede que la «Muralla de Herradura», el tricampeón olímpico y cinco veces monarca del mundo en la división superpesada de lucha grecorromana, el 20 de agosto cumplió 35 años, y también su sobrina 20. Y el padre, este martes, 65.

Los onomásticos son motivo suficiente para festejar y aprovechar la posibilidad de estar con los suyos. Lleva años alejado de la familia porque el deporte exige consagración, por lo que ahora vive a plenitud el momento. Lo «busco» para que me hable de Oscar Pino, el capitalino de 23 años que acaba de ganar en París la medalla de bronce en el Mundial de Lucha, en la misma disciplina y división que suele competir Mijaín. Esta vez la Comisión Nacional tuvo por estrategia llevar a jóvenes figuras.

—¿Qué consejos le diste a Pino antes de salir? —Le di ánimo. Le dije que mantuviera la agresividad en todos los combates y que supiera que estaba entrenando con el mejor luchador del mundo, lo que lo hace mejor también a él. —¿Del turco Riza Kayaalp le recomendaste algo en específico? —Cuando en el Mundial falta la figura principal, todos, en especial los europeos, piensan que el sustituto está mejor en ese momento. Por ello se enfrentan con respeto. Le dije que sería así.

—¿Cuáles son las virtudes de Pino? —Su juventud, el ímpetu, el deseo de ser grande. Tiene el apoyo de su familia y un entrenador estelar. —A propósito, ¿cómo es Raúl Trujillo, jefe del colectivo técnico de la greco? — Un entrenador maravilloso. Si hubiera estado allí, le hubiera dado otro «estrellón» como el que le di en Río 2016, al ganar el combate final. Su trabajo ha sido extraordinario: me llevó a conquistar mi tercer oro olímpico y a Pino lo ayudó a alcanzar el bronce en su primer Mundial.

Estoy feliz con ese resultado. —Luego de subir al podio, Pino declaró a la prensa: «Le doy gracias a Mijaín también, por darme la oportunidad de participar en esta competencia. Lo representé lo mejor que pude, lo di todo».

¿Qué te parecen estas palabras? —Lo felicito y le deseo muchas cosas buenas en su carrera. Ya sé que con él hay futuro. No he dicho que me retiro. Todavía soy grande, pero estoy tranquilo porque el muchacho viene bien. Posdata: Todavía tengo la imagen grabada de esta mole de casi dos metros de estatura y más de 130 kilogramos en el Arena Carioca 2 bailando «guachineo». Ahora lo imagino en estos días de fiesta inmerso en el ritmo de: «Pasito a Pasito, suave, suavecito…»

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